11 mars 2010

Entrevista a Santiago Niño Becerra.

El mensajero de la crisis
El autor de "El crash de 2010", el éxito editorial español, que acaba de publicarse en Argentina y anticipó la crisis financiera internacional, lanza sus verdades sin anestesia sobre el final del capitalismo, la dependencia latinoamericana y el escenario dramático que acaba de comenzar.

Casi nadie le creyó a Casandra, cuando advirtió los peligros que encerraba ese caballo gigante de madera en las puertas de Troya para el futuro de su civilización. El final de aquella historia -La Ilíada- es conocido. Muchos menos hicieron caso a las alertas desesperadas del profesor y catedrático catalán Santiago Niño Becerra, cuando escribía hace 5 años en Internet o en algún periódico, que la suerte de este sistema tal y como estaba pautada, también estaba escrita. "Alarmista" y "futurólogo" fueron algunos de los motes que se granjeó en la comunidad académica cuando decidió darle forma de libro a sus intervenciones, con el sugerente y poco feliz título de "El crash de 2010".

Es que nadie creía en aquel tiempo de pujanza y reelecciones en casi toda Europa, en casi todo el mundo; en aquel tiempo tan cercano y tan lejano, que el derrumbe estaba a la vuelta de la esquina, que la especulación y el crédito estaban cimentando la caída. Pues muy buen, cualquiera estaría exultante, saboreando la revancha de la realidad triste. Pero tal vez en su fuero íntimo, el profesor de la Universidad Ramón Llul hubiese preferido equivocarse y no ver lo certero de su diagnóstico. Él, en cambio, y a pesar de lo apresurado de su verborragia, se lo toma con calma. La docena de reediciones en apenas dos años de su best-seller tampoco lo confunde. "Ha ce mucho tiempo que he adoptado una frase que dijo Winston Churchill, quien dijo que lo importante es que hablen de uno, aunque hablen mal. Entonces a mí me da igual. Yo siempre he pensado que el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio", infla el pecho Becerra, antes de echar por tierra un sinnúmero de afirmaciones que circulan sin demasiados cuestionamientos en los diarios del mundo. Si Becerra tiene razón, la crisis que comenzó en septiembre de 2007, tendrá su clímax a mediados de este año y se prolongará hasta 2020.

Tomése su tiempo, procéselo. Haga números.

Este catedrático ideó un prisma para leer la historia de la humanidad, para simplificarlo. Para él todos los sistemas de organización y producción se extienden alrededor de 250 años. Y, esta crisis económica, no marcará el final del capitalismo, pero si lo reformulará, otra vez, al igual que las mutaciones que sufrió la economía mundial después de la crisis de la Gran Depresión y la Crisis del petróleo. "En teoría -subraya- a este sistema le queda hasta el 2060, 2070, 2075", anticipa Becerra, antes de agregar una sentencia todavía más espeluznante y no menos verdadera: "Los sistemas siempre acaban de una forma violenta, traumática".

-¿Cuándo comenzó a gestarse la actual crisis cuyo peor momento usted cifra a mediados de este 2010?
-Cuando acaba la primera Guerra del Golfo que coincide también con el derrumbe de la Unión Soviética, todo esto creó una problemática realmente muy fuerte. En Estados Unidos algunos se preguntaban cómo demonios un presidente que había ganado una guerra perdió las elecciones. Resultó que era tal como decía aquella frase "es la economía estúpido", ¿no? Entonces supuso que alguien tenía que inventarse otra cosa...y se la inventaron: el megacrédito. Ya no estaba basado en las tarjetas de crédito, como en la década del setenta, sino que también y fundamentalmente en el crédito inmobiliario. Allí se entró en una burbuja inmobiliaria con todo lo que ello supone, las suprimes y los CBS y toda esta historia, evidentemente, que tiró totalmente del consumo, pero ya no solamente del consumo de coches sino del consumo de todo. Hemos ya llegado a un agotamiento del modelo. Entonces ahora usted dirá: "bueno, pero a alguien se le ocurrirá otra cosa". No, ya no se puede. ¿Por qué? Porque ya hemos llegado a agotar físicamente el modelo. Es un tema físico el de la capacidad de endeudamiento. España, por ejemplo, tiene una deuda total que equivale al 369% de su Producto Bruto Interno (PBI). Eso es insostenible. No es un tema de si aumentan los tipos de interés o se bajan los tipos de interés. No, es un tema pura y exclusivamente de que no se puede sostener. En consecuencia, ¿qué es lo que viene?, el derrumbe. La deuda de Japón equivale al 459% de su PBI, la del Reino Unido al 469%, la de Estados Unidos al 290%. Esto no se puede sostener.

-¿Qué cambios supondrá esta crisis sistémica? Usted habla de un capitalismo más responsable...
-Yo entiendo que la recuperación vendrá por el lado de la productividad y de la eficiencia. Es decir, así como en aquella Gran Depresión de los años ´30, el cambio sistémico vino por el lado de maximizar el consumo. La idea era que todo el mundo consumiera, y aquello nos ha llevado a esto. Con la productividad y la eficiencia no me refiero al ahorro sino al hecho de no gastar más que en aquello que sea realmente necesario. Lo cual tiene manifestaciones muy buenas. La contaminación bajará, por ejemplo, porque la contaminación en el fondo no es más que un mero desperdicio.

-El problema también es definir qué es lo estrictamente necesario, algo que parece materia subjetiva.
-Sí, pero hay un estudio que confirma que en España las personas cambian de teléfono celular cada 2,5 meses promedio. Eso es absurdo, eso es literalmente absurdo. En Estados Unidos la gente se cambiaba de automóvil cada 2,5 años. Eso es absurdo. Lo que pasa es que es muy bueno, porque eso genera PBI. El problema es que los pagan con crédito, porque no tienen renta suficiente y en segundo lugar, eso significa un desperdicio. Yo no sé, no tengo una idea, de si es verdaderamente necesario cambiarte el celular cada año o cada dos, no lo sé, pero lo que sí tengo clarísimo es que no es cada 2,5 meses. Seguro.

-Usted ha subrayado en alguna oportunidad, que nadie ha sido un poco el culpable de esta situación. Se me ocurre una lista larga en realidad de personas con mayores responsabilidades empezando por los bancos, los especuladores y el sistema político que ha permitido esta especulación.
-Mírelo de otra manera. Sitúese en el año 1991. El modelo ya estaba agotado. Recuerde el Acuerdo del Plaza de 1987, el derrumbe de la bolsa de ese año, el Dow Jones cayendo un 25% en aquel año. En ese mundo agotado con desempleo creciente imagínese una reunión en el piso 35 de la Torre Crysler de Nueva York, entre el gobierno, los bancos y la gran industria. Y la gran industria diciendo: "oye, que tenemos que cerrar, eh". El gobierno diciendo: "oye no, es que esto es imposible". Y los bancos diciendo: "hombre, podemos hacer una cosa, podemos empezar a dar créditos. Si se nos sostiene el crédito, si se nos deja dar crédito, si no se nos pone problemas...". Y el gobierno diciendo: "a ver, ¿nos los explicáis esto?" "Pues esto iría así y así y asá". Y los de la industria por detrás diciendo: "ésta es la solución". Pues dicho y hecho. La alternativa de no hacer esto era no crecer. Entonces, tal como yo lo veo, es verdad que hay una larga lista de culpables de haber llegado hasta aquí; pero hemos llegado aquí porque hemos crecido, y hemos crecido porque se hizo lo que se hizo. Un presidente de ustedes, Carlos Menem dijo una frase que a mí me impactó muchísimo: "las cosas van mal, pero vamos bien". ¿Qué quería decir el señor Menem con esto? Lo que quería decir es que no importaba la pobreza, no importaba nada, porque evidentemente estaba produciendo un crecimiento que era totalmente sesgado, daba igual. Se estaba dolarizando la economía argentina, Argentina estaba integrándose en la economía internacional, es decir, las cosas están mal pero vamos bien. Pues esto es un poco igual. Usted tiene toda la razón, claro que hay una larga lista de culpables y de responsables. Pero insisto, si hemos llegado a donde hemos llegado es por crecer como lo hemos hecho, pero si no lo hubiésemos hecho así, no hubiésemos crecido. Dicho de otra manera, los años que van, los dieciséis años que van desde el año 1991 al 2007 han sido años de regalo.

-El presidente francés Nicolás Sarkozy convocó a un concejo de notables, entre los que se encontraba J. Stiglitz para buscar cambiar la predominancia del PBI como medida económica por excelencia. ¿Es una necesidad o pura propaganda?
-A a mí me hizo mucha gracia lo que hizo el señor Sarkozy, porque lo hizo cuando el PBI estaba decreciendo. Lo hizo cuando empezaban los problemas. ¿Por qué no lo hizo cinco años antes, por qué no convocó a los notables estos en el año 2006? Porque entonces el PBI estaba creciendo como un cohete y entonces todo estaba bien. Esta es la historia aquella que dice: yo no quiero un Ferrari porque tuve uno ya y me lo quitaron. Entonces, claro, como ya no lo puedo tener digo que no lo quiero, ¿me explico? Es pura propaganda. De todas maneras yo de esa historia me quedo con otra cosa. O sea, no tanto con el índice –que puede ser más o menos afortunado- yo me quedo con otra cosa. Fíjese que en realidad la moraleja de esa historia de Sarkozy es que en realidad él estaba proponiendo definir de otra manera el PBI. Como esta definición ya no nos va, la cambiamos. ¿Me explico? Cuando las cosas no van como en teoría tenían que ir, las cambiamos, redefinimos, como el tema del Banco Central y la inflación en Argentina. Estamos en un proceso de redefinición de cosas. Por ejemplo yo estoy convencido, usted sabe que en España tenemos una tasa de paro del 19% y añadiendo el subempleo estamos en el 23 %. Yo estoy convencido que dentro de cuatro días se va a cambiar la definición de paro.

-¿Qué rol tendrá América latina en este mundo en crisis?
-Yo pienso que el gran problema que tiene Latinoamérica es la dependencia. Es verdad que la dependencia de Guatemala no es igual que la de Argentina, pero hay un común denominador. Todo el mundo dice que la economía brasileña es maravillosa. Y en realidad no es más que soja y una serie de cosas que luego exporta. El problema es que esos mercados tampoco los controla Brasil. Es decir, si se da vuelta la economía mundial no queda nada. Además del hecho que la distribución del ingreso en Brasil hoy es igual al de hace sesenta años. El gran problema que tiene, insisto, la economía latinoamericana con todos los matices propios de cada país, es claramente la dependencia. La proyección del peso de la tierra que será importantísimo en el futuro a nivel financiero y a nivel monetario es muy baja.

-Esa dependencia está potenciada por la enorme deuda externa. ¿Usted cree que es válida la discusión acerca de la legitimidad de la deuda?
-Si alguien le presta algo a alguien, da igual que sea dinero o que sea un bolígrafo, luego querrá recuperarlo, porque el negocio se basa en eso. Se puede discutir si la deuda externa es justa o no es justa, o las condiciones en las que se firmó, o el grado de presión que los gobiernos tuvieron que soportar; pero evidentemente el Deutsche Bank, Citi Group, no van a renunciar a esto. Por una razón muy simple; porque un banco internacional puede ser todo lo desalmado que usted quiera, ¿pero usted se imagina lo que supondría que Citi Group tuviera que eliminar toda la deuda que tiene en su activo? Citi Group desaparecía y se hundiría. Si todos los países se ponen de acuerdo y no pagan la deuda, se produce un colapso bancario internacional. Se puede hablar de la legitimidad o de lo que se quiera, pero la única verdad es que el sistema internacional se sustenta sobre la deuda externa de los países subdesarrollados. Cuando un país no puede pagar, y aquello ya está reventado y no hay forma humana y tal, entonces se descuelga el Banco Interamericano de Desarrollo y dice "hemos estudiado el caso de tal país, y le condonamos la deuda. ¡Una mierda! –y perdone la expresión– ¡Es una mierda! Lo que pasa es que como ven que ya no hay forma humana de pagar, se le perdona, después de que ya se ha estrujado todo lo que se podía, y no hay más. Esta es la verdad, la única verdad. Creo que mucho más rentable llegar a un acuerdo con un país, ceder porcentajes de cosechas. Creo que vamos a una coordinación mucho mayor, a una mucho mayor coordinación. Pero cuidado, no por santidad –no, de santidad, nada- por pura conveniencia.

-Para junio de 2010 usted pronostica lo peor de la crisis ¿Qué etapas le siguen a esta crisis que terminaría en 2020?
-Yo creo que el perfil será muy parecido al de la Gran Depresión. Es decir, habrá una caída muy fuerte hasta el 2012 o 2011. Luego vendrá un estancamiento, entre el 2012 y el 2015, es decir, no caeremos más, con lo cual dará una sensación de que bueno, de que ya pueden hacerse cosas, y a partir del 2015 empezará una recuperación muy lenta. La crisis en Europa se ha manifestado en el punto más débil, en Grecia, a causa de su deuda con los bancos alemanes y franceses. ¿Por qué quieren ayudar a Grecia? Porque los bancos alemanes tienen 330 mil millones de euros en deuda de los denominados PIGS –Portugal, Italia, Grecia, España– y los bancos franceses tienen 330 millones de los PIGS. ¿Qué supone esto? Supone problemas con Grecia significa problemas con los bancos alemanes. Si los bancos alemanes tienen problemas, la economía alemana entra en problemas y esto tiene un retrueque totalmente sobre la economía internacional. Es decir, me explico, en términos proporcionales es mucho más grave que quiebre el Deutsche Bank y no que quiebre Grecia. A las malas Grecia se puede aislar, pero ¡¡¡¿cómo demonios se aísla el Deutsche Bank?!!! Eso es imposible.

-¿Cómo atraviesa Europa la crisis en el aspecto psicológico?
-Se está haciendo común que gente llegue a una consulta médica y sin decir buenos días le diga al médico "quiero Prozac". Yo entiendo que el consumo de ansiolíticos se va a disparar. En 1933 se levantó la Ley Seca por dos motivos: para que la gente pudiera ahogar sus penas en alcohol y para obtener impuestos al ser legal el alcohol. En California se va a plantear la despenalización total y en toda circunstancia de la marihuana. Ya están calculados los ingresos fiscales que eso podría reportar: 1000 millones de dólares. Estoy convencido de que la marihuana se va a legalizar. La gente estará tranquila porque la marihuana es relajante, y además ingresará por un tema fiscal. California es una prueba piloto.

-La vieja antinomia entre política y economía todavía tiene sentido?
-Yo creo que todo es economía y la política va detrás. Si el presidente del consejo de administración de Citi Group llama al señor Obama ¿usted cree que no se va a poner al teléfono? Fíjese que he dicho Obama, no he dicho Zapatero, por Dios, Obama. La política siempre va detrás. Me dirá usted que esto Marx ya lo anunció. Pues sí, claro, las guerras tienen como causa motivos económicos, usted repase las guerras, todas, la que quiera, siempre hay una causa económica detrás.

Entrevista a Santiago Niño Becerra en Clarín
Fuente original: Clarin

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