La explicación neoliberal
El dogma compartido por la cultura neoliberal dominante en el pensamiento económico del país, liderado por el Banco de España y por centros de investigación como FEDEA, financiados por intereses financieros y económicos del país, es que la mayor causa de que no nos recuperemos y tengamos un mayor crecimiento económico se debe al déficit del estado (la diferencia entre los gastos del estado y sus ingresos). Según tal dogma, el déficit público absorbe demasiados recursos, que se sustraen de la actividad económica en el sector privado. De ahí la supuesta desconfianza de los mercados.
De esta interpretación del porqué no estamos saliendo de la crisis se derivan sus propuestas, desarrolladas por el gobierno español de reducir el déficit, intentando alcanzar este objetivo a base, primordialmente, de reducir el gasto público. De ahí que hemos estado viendo una reducción muy marcada de los gastos públicos en sanidad, en educación, y en otros servicios públicos del estado del bienestar. Los recortes del empleo público en tales servicios del estado del bienestar, y la reducción de sus salarios son consecuencia de tales medidas de austeridad, aduciendo que tales recortes son necesarios porque nos gastamos demasiado en la España social, muy por encima de nuestras posibilidades. De ahí que debamos “ahora ajustarnos el cinturón”, tal como lo definió un portavoz de FEDEA.
El error de tal explicación
El problema con tal interpretación del porqué no estamos saliendo de la recesión tan rápidamente como otros países es que es profundamente erróneo. En realidad la aplicación de tales medidas de austeridad está retrasando tal recuperación. Una prueba de ello es que los recortes del gasto y empleo público que están ocurriendo son muy sustanciales, y lo han sido ya durante bastante tiempo y, sin embargo, la economía no se está recuperando.
Veamos los datos. Y el primer dato que aparece claramente es que no es cierto que España se gaste en su estado del bienestar más de lo que pueda gastarse. El PIB per cápita de España es el 93.5% (en 2008) del promedio de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo al nuestro). Pero el gasto público social (que cubre todo el gasto en las transferencias –como pensiones- y servicios públicos –sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, entre otros-) por habitante es sólo el 74% del promedio de la UE-15. Si nos gastásemos el promedio de la UE-15, nos gastaríamos 80.000 millones de euros más de los que nos gastamos en el estado del bienestar. Esta cifra, por cierto, es casi la misma cantidad que, según los propios inspectores de Hacienda, corresponde a los ingresos al estado que éste no recibe, como resultado del fraude fiscal, la mayoría del cual procede de la banca, de las grandes empresas y de las rentas superiores. El argumento de que nos gastamos demasiado y por encima de nuestras posibilidades no es creíble y responde más al terreno de la propaganda ideológica que al del conocimiento científico. El nivel del gasto público social está muy por debajo del nivel de desarrollo económico del país.
Veamos ahora otro argumento; el de que el déficit sustrae recursos al sector privado. Tal postura ignora varios hechos. Uno de ellos es que asume una impermeabilidad entre los dos sectores que es inexistente. El gasto público puede ayudar al resurgir del sector privado cuando el sector privado está en recesión. Hoy, la población española no gasta y no consume como solía hacer antes de que se diera la recesión. En realidad, la disminución de las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas totales explica que la gente haya tenido que endeudarse para poder consumir. El endeudamiento (que ha sido muy beneficioso para la banca, pues vive de ello) se pudo sostener por el elevado precio del aval, la vivienda. Pero cuando la vivienda se colapsó, el aval bajó y fue mucho más difícil poder continuar endeudándose. Y en consecuencia bajó el consumo y al bajar éste, la producción de los bienes y servicios que la población consume también bajó. A menor consumo, menor inversión, y mayor destrucción de empleo. Y ahí está la raíz del problema.
Cuál es la solución
La solución pasa por dos salidas. Una es que el gasto público aumente y llene el vacío que se ha creado en la demanda. Y la mejor manera en que el estado puede estimular la demanda es creando empleo con lo cual contribuye a resolver, además del problema de la demanda, el mayor problema social que existe en España que es el desempleo. El empleo creado puede ser público o privado o los dos a la vez. Pero es fundamental que el crecimiento del gasto fuera hacia la creación de empleo.
Otra manera de estimular la demanda es mediante la reducción de impuestos, pero esta medida es muy ineficiente e incluso errónea. Los economistas neoliberales usan la expresión “de poner más dinero en el bolsillo de la gente” para justificar su demanda de recortes de los impuestos. Pero se olvidan de preguntar ¿de qué bolsillos? Los que se benefician más de la reducción de impuestos son las rentas superiores que, al conseguir más dinero ahorran más de lo que consumen, pues ya tienen tanto que lo que les llega de más, lo ahorran. Son las clases de rentas más bajas las que consumen todo lo que les llega de más, pues siempre van cortas de dinero. Pero, las clases populares no son las que se benefician más de tales recortes de los impuestos. La mayoría del estímulo económico que el gobierno español realizó para salir de la crisis se basó en la reducción de impuestos y transferencias individuales del mismo tamaño para individuos de rentas muy dispares, lo cual, como he indicado en varias ocasiones, tuvo un impacto estimulante relativamente menor del esperado. Lo que debe hacerse, pues, es no reducir los impuestos de la banca y de las grandes empresas y de las rentas altas (cuyos ingresos han continuado ascendiendo en progresión geométrica), sino aumentárselo y con el dinero conseguido crear empleo. Esta creación de empleo y aumento del gasto público en servicios públicos del estado del bienestar y en infraestructuras aumentaría la demanda, estimulando el sector privado. No es pues, que el sector público absorba y reste recursos al sector privado, sino que lo ayuda y complementa.
La creación de bancas públicas
La otra medida es crear bancas públicas (a base de incrementar los impuestos a la banca privada y a las transacciones a corto plazo, es decir, la famosa tasa Tobin) que garantice la disponibilidad del crédito a pequeños empresarios y a la ciudadanía en general.
Tales medidas aumentarían el crecimiento económico que es, por cierto, la mejor manera de reducir el déficit del estado. Es erróneo para la economía, el continuar el intento de disminuir el déficit del estado a base de recortar el gasto público, pues ello, ralentiza todavía más el necesario crecimiento económico.
Los neoliberales niegan la posibilidad de que se aumente el gasto público, aduciendo –como he dicho antes- que no tenemos dinero para pagarlo. Uno de los más estridentes representantes de esta ideología incluso tiene un blog que se llama “Nada es gratis”. Ya he indicado que esta postura responde a un dogma que se reproduce a base de ideología y fe, en lugar de evidencia. España tiene el mayor fraude fiscal de la UE-15 (mucho de tal fraude realizado por la Banca que financia a FEDEA y el blog Nada es gratis) y la mayor regresividad fiscal. Consecuencia de ello es que el Estado español es el que ingresa menos recursos. Sólo el 33.3% comparado con el 46.3% (impuestos recaudados como porcentaje del PIB, 2008, según OCDE) en Suecia, uno de los países más competitivos hoy en el mundo.
En realidad, el subdesarrollo económico y social de España se basa precisamente en el escaso desarrollo sector público, y la pobreza de su infraestructura y de sus servicios públicos. El argumento que tales voces neoliberales de que el sector público está hipertrofiado no se sustenta a base de los datos. En España sólo el 9% de adultos trabajan en el sector público. En Suecia, es el 22.5%. ¿Hasta cuándo continuará el dogma neoliberal que está creando tanto dolor en España?
Vicenç Navarro
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