28 février 2010

Pensar el futuro…, y construirlo. Arnoldo Moreno Pérez

“El azar solamente favorece a los espíritus precavidos”. Blas Pascal (1623-1662), matemático,
físico y filósofo religioso francés.

“El futuro no pertenece a los que saben esperar, sino a quienes saben anticiparlo”. María
Espinoza, mexicana campeona mundial de taekwondo.


Introducción

Vivimos –en pleno siglo XXI- tan sometidos por las urgencias que nos impone el presente que apenas si nos queda tiempo para sobrevolar por encima de las circunstancias y mirar más allá, tratando de escudriñar qué nos depara el tiempo que aún no ha transcurrido (conocido en primera instancia como el futuro, ya sea que se le conceptualice como destino, porvenir o devenir). Con una especie de infantil insensatez, preferimos ignorar que “inexorablemente” se van a ir produciendo cambios y que el espejismo de nuestra seguridad transitoria podría desvanecerse.

Pasado, presente y futuro

Estos tres estados o formas en que se nos presenta el tiempo, eclipsando toda nuestra existencia, merecen ser comentados en forma somera e intuitiva como la base para abordar lo que eventualmente se pueda hacer con el futuro.

PASADO

- Tiempo ya transcurrido.
- Conjunto de hechos
relativos a una persona
o colectividad en
tiempo anterior al
presente.
Remarcamos:
“El tiempo vuela tan rápido del
pasado al futuro que no se
detiene ni un instante.” San
Agustín (Confesiones).
“Sólo conservando el pasado
aprovechable por medio de la
memoria y conquistando el
futuro por adelantado por medio
de la anticipación, es que el
hombre permanece libre.” Paul
Fríase (The psychology of time.
Londres, 1964, p. 172).
“… los pueblos se conocen no
sólo por su historia, sino
también por sus proyectos.”
Octavio Paz.
PRESENTE
Derivado del latín praesentem,
significa:
- Que está delante o en
presencia del que habla,
en el mismo lugar que
él o en el instante en
que está ocurriendo
algo.
- Tiempo en que
actualmente está el que
habla o de los
acontecimientos que
ocurren en él.
Remarcamos:
“… conformar el futuro es algo
que se hace en el presente.”
Michel Godet (Creating Futures-
Scenario Planing as Strategic
Management Tool).
FUTURO
Lo que está por venir o suceder,
viene del latín futurum.
Destino
- Hado, divinidad o
voluntad divina que
regula de una manera
fatal los
acontecimientos
futuros.
- Encadenamiento de los
sucesos considerado
como necesario y fatal.
- Circunstancia o
situación a que una
persona o cosa ha de
llegar inevitablemente.
Porvenir
- Tiempo futuro o
situación futura.
Devenir
- Palabra que se utiliza
en filosofía para
expresar el movimiento
por el cual las cosas se
transforman.
- Acaecer, llegar a ser o
transformarse.

A partir de este cuadro, no es difícil sospechar que el futuro no es algo que esté predeterminado de antemano sino algo que se escribe a cada momento con nuestras acciones. Entendemos por prospectiva –según Gastón Berger- “disciplina que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él”, por ello Miklos y Tello establecen que “la prospectiva se preocupa más por brindar alternativas futuras que por responder a la pregunta: ¿qué sucederá?”. Hablar de lo que pueda llegar a suceder significa hablar de pronóstico, mientras que mencionar la palabra prospectiva (del latín prospicio, ver a lo lejos) es referirnos a lo opuesto al término retrospectiva, que se refiere a dar marcha atrás en el tiempo.

Prospectiva y estudio del futuro

La prospectiva es la identificación de un futuro probable y de un futuro deseable, diferente de la fatalidad y que depende únicamente del conocimiento que tenemos sobre las acciones que el hombre quiera emprender. Existen dos maneras de tratar de comprender el futuro, estas son: como realidad única, o bien, como realidad múltiple. Lo han atendido como una realidad única: los adivinos, brujos y charlatanes, los oráculos y todos los que consideran que existe inequívocamente un destino que decide y marca los hechos de la vida, considerándolo como algo inviolable, ciego e inmodificable, negando toda posibilidad a la premisa de que, el hombre es el arquitecto de su propio destino (o sea que, el destino no le es propio y mucho menos puede construirlo o diseñarlo). Para quien cree en el destino, nada deviene, todo está escrito de
antemano. Si concebimos al futuro como una realidad múltiple, explícitamente aceptamos que un hecho del presente puede evolucionar de diversas maneras y llegar a presentarse de diferentes formas. A estos futuros posibles, Bertrand de Jouvenel los denominó futuribles. Dentro de éstos, los que tiene mayor posibilidad de presentarse, se les llama , futuros probables, los cuales pueden acontecer con más certeza, no por culpa del destino sino dependiendo de la manera en que el hombre participa en la construcción o diseño del futuro.

Para hablar de futuros probables, en prospectiva se suelen sopesar: la visión de los expertos, el comportamiento de los actores que intervienen y las leyes matemáticas del cálculo de probabilidades. El discurso prospectivo se encamina a identificar la acción futura en base a estos elementos. Cuando este tipo de futuro, no representa lo más positivo, se busca evaluar que este sea probable, pero también deseable. Tenemos que: “El futuro siempre ha capturado la atención, el interés y la curiosidad humanos. Desde la antigüedad hasta nuestros días, la percepción humana sobre el porvenir ha transitado por diferentes formas de comprenderlo y enfrentarlo. Para muchas sociedades ha significado miedo y resignación, para otras, la oportunidad de construir caminos diferentes hacia visiones compartidas del porvenir.”

¿Qué es lo que hace que pongamos atención al futuro? Todos tenemos un temor al parecer innato de percatarnos –de antemano- hacia donde se dirigen –quizá inevitablemente- nuestros pasos y si tenemos alguna oportunidad de corregir el rumbo. Y, ¿por qué no?, de saber si finalmente tiene sentido hablar del destino.
- ¿Por qué nos interesa el futuro? Parece natural, saber si vamos a seguir vivos y cómo será nuestra vida y si podrán cumplirse nuestras ilusiones, aspiraciones y sueños.
- ¿Por qué el futuro es algo que despierta nuestra curiosidad? Simplemente, saber algo acerca de él, permite acariciar la idea de que algún día podremos respondernos –aunque sea de manera parcial o acotada- esa inquietante pregunta que se pierde –y late incesantemente- en la noche de los tiempos: ¿Quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos? (¡Hermosa trenza dorada que concatena pasado, presente y futuro enlazados como los vértices y a la vez el alma que da vida a ese bello triángulo de nuestra existencia -siempre vibrante-, cuyos lados son también las tres dimensiones temporales, girando en torno a un círculo cuya naturaleza desconocemos!).
- ¿Cuáles han sido las distintas formas que ha tenido el hombre de comprender y enfrentar el futuro? Es una historia verdaderamente compleja, no es sencillo pretender un panorama completo y a la vez preciso. Un estudio detallado al respecto, debe incluir las explicaciones históricas y sociológicas que nos conduzcan a entender, cómo es que el hombre se ha involucrado con aspectos y temas tales como: adivinación, oráculos, profecías, ciencia ficción y todo tipo de literatura de índole –quizá- futurista. Se trata de dilucidar dónde hubo visión, coincidencia o solamente fantasía, o incluso burda manipulación de los hechos o de las cosas.

La otra cara de la moneda, nos conduce a valorar lo que se ha logrado conquistar de manera científica, no es lo mismo poder afirmar con seguridad que el sol volverá a salir mañana o que en algunos miles de año se extinguirá, a tratar de vaticinar cómo será la sociedad humana del siglo XXXIII. O sí, se quiere ver o dilucidar los aspectos más complicados, sería interesante saber si siempre existe un camino óptimo para intervenir en la construcción del futuro, de tal suerte que nos conduzca al mejor de los futuros, seleccionado entre una gama quizá infinita de escenarios factibles o incluso inesperados. (¡Esto es la locura!... pero a veces la realidad, sobrepasa no solamente a la fantasía sino también a la locura misma: Si no lo creen, pregúntenle a Osama bin Laden, George Bush, Fidel Castro o Hugo Chávez, dónde han escondido a la cordura, o ¿debemos reconocerlos como locos geniales?... En fin, todo esto es demasiado complicado, impredecible, y la lógica fría inhibe analizarlos –tratando de comprenderlos y explicarlos satisfactoriamente- en términos fenomenológicos o prospectivos).

- Para algunas sociedades, el miedo y la resignación ha estado acompañado de las creencias religiosas. Los aztecas veían en sus profecías un desenlace fatal y sentían que inexorablemente iban hacia la caída de su imperio, tenían claro que no podían modificar su destino ni cambiar la voluntad de sus dioses. El sentimiento trágico de la existencia, constituye la antítesis de la confianza en el futuro como un horizonte luminoso lleno de oportunidades (aunque también de
obstáculos).
- En lo que concierne a la oportunidad de construir caminos diferentes hacia visiones compartidas del porvenir, no podemos pasar por alto, la influencia que tuvo Gottlob Fichte –cuando escribió sus célebres “Discursos a la Nación Alemana”- en la formación del “espíritu alemán de grandeza” que orientó en gran medida, el rumbo que tomó el nacionalismo alemán a fines del siglo XIX y principios del XX. Un país que se empieza a interesar por tratar de construir su futuro –independientemente de que consiga tener una visión clara o “acertada” de ello-, comienza a sentar las bases que le permitirán aprender –hasta cierto punto- cómo hacerlo, al menos en determinados aspectos.

“La reflexión sobre el futuro en el campo científico ha sido constante. En las ciencias exactas, la astronomía, la física, la agronomía, la biología, la demografía y la economía se comenzaron a desarrollar métodos cuantitativos y cualitativos que permitieran, sobre la base de hechos presentes y pasados, estimar las probabilidades de ocurrencia de determinados fenómenos. Los estudios sobre el futuro –basados en la extrapolación- se dirigieron a analizar las tendencias del pasado y del presente que les permitieran deducir una idea del porvenir.”

- La ciencia siempre ha sido concebida como un sistema de pensamiento en constante evolución, pasado y presente para la construcción de un mejor porvenir; por ende, el futuro como preocupación siempre ha estado presente.

- Respecto a las ciencias exactas: ¿Qué ciencia puede ser –en realidad- exacta, en un universo an complicado y lleno de incertidumbre? Esta, es meramente una forma de referirse a las matemáticas y lo que de ellas se deriva.

- Es en el seno de las “ciencias exactas”, donde nacen con “cierta precisión” las nociones que permiten entender lo determinístico, probabilístico y aleatorio, como ingredientes de cualquier fenómeno lo suficientemente complicado, en el que se pretenda establecer algún pronóstico.

- Desde la antigüedad, los babilonios y los mayas tenían claro la naturaleza cíclica de ciertos fenómenos astronómicos, que permitieron la elaboración de calendarios, estimar la duración del día y la noche, la duración de las estaciones del año. Claro está, que en esta clase de eventos, establecer proyecciones acerca de lo que iba a ocurrir con los movimientos de ciertas estrellas, no era algo que , para ellos fuese inaccesible.

- En la actualidad, con los grandes telescopios, observamos eventos que ocurrieron hace millones de años, percibiéndolos como hechos del presente. No obstante, estamos conscientes de ello, lo que nos permite mirar hacia el pasado para entender un presente, que cuando lo empezamos a comprender ya es futuro. ¡Qué bella paradoja! ¿Acaso estaremos siempre impedidos para –mediante un recurso tecnológico, propio de una civilización lo suficientemente avanzadapoder ver el futuro o la enorme gama de futuros posibles o admisibles?

- La física, esa gran aventura del pensamiento, cuyos cimientos vienen desde Arquímedes y llegan hasta Albert Einstein y Stephen Hawking, se ocupa del tiempo –y por ende, de paso también del futuro- desde las primeras investigaciones en torno al movimiento de los cuerpos, hasta los estudios de la relatividad del tiempo y del espacio, llegando a tocar actualmente terrenos tan intrincados como las supercuerdas, el campo unificado y los hoyos negros.

- En lo que concierne a la agronomía, desde tiempos inmemoriales el hombre ha ido vislumbrando formas de planear los cultivos y el aprovechamiento del campo, tratando de implementar o planear cosas que le sirvan en un futuro.

- En las ciencias biológicas, el fenómeno de la vida siempre ha ido acompañado de las nociones de pasado, presente y futuro. De manera similar a la astronomía, existen eventos que se dan de manera cíclica o con cierto rango de determinismo. Sabemos que enfermedades son más frecuentes en determinadas temporadas, que no es lógico ni normal que un embarazo pueda durar más de un año en la mujer (¡no sabemos de hombres que se hayan embarazado!), que todos los seres vivos nacemos y morimos (¡el futuro nos depara que algún día seguramente moriremos!). En fin, en la vida, el futuro siempre determina y condiciona ciertos hechos, siendo bastante probable –quizá- que ello ocurra en todos los futuros posibles. (Con ello, no se pretende darle cabida al destino, sino a la presencia de determinados eventos –que aunque puedan presentarse de maneras diversas- no puedan evitarse o revertirse).

- El estudio del crecimiento y las dimensiones de la población, a fin de tener proyecciones que permitan una mejor planeación para lograr establecer todo tipo de satisfactores para los distintos conglomerados humanos, ha sido siempre una preocupación incesante, incluso desde antes de que existiese la demografía, ya configurada y establecida como algo científico. En una ciencia como esta, los pronósticos basados en las llamadas series de tiempo, en ocasiones llegan a tener un grado aceptable de certidumbre, pero no adquieren el rango de un conocimiento científico incuestionable, sino de casualidades fortuitas dignas de destacarse.

- En la economía, el desarrollo de métodos cuantitativos y cualitativos para tratar de tener cierta anticipación a los hechos –o bien un pronóstico verdaderamente útil para la toma decisiones- no ha sido todo lo afortunado que se quisiera. La historia nos marca –más frecuentemente- situaciones en las cuales ha triunfado más una decisión política –a veces visceral o aparentemente irreflexiva- que todo un bagaje técnico minuciosamente preparado para enfrentar las cosas. A menudo, es más eficiente poseer una intuición hacia el carácter social de las relaciones económicas y la razón de ser de los mercados financieros (y su mecánica intrínseca), que creerle a los modelos sofisticados de la econometría y las series de tiempo -los cuales están plagados de ideas radicalmente deterministas para tratar de explicar un mundo real- y otros más que van surgiendo. Llega a ser preferible, vislumbrar lo que puede suceder y cómo cualitativamente incidir para mejorarlo, que poder atinarle al pronóstico del valor del euro frente al dólar dentro de un siglo o dentro de dos días (si no hay sustancia para enfrentarse radicalmente y cambiar el mundo, no nos sirven de mucho las cantidades precisas o hasta incluso desglosadas).

“…sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando el estudio del futuro se constituye como disciplina académica. La creación, en 1945, de la Fundación RAND (Research and Development) en los Estados Unidos, y el movimiento prospectivo en Francia encabezado por Gastón Berger que culmina con la fundación del Centro Internacional de Prospectiva en 1957, capturaron el interés de múltiples especialistas en diversos campos del saber humano por explorar el porvenir y alertar a la sociedad de los peligros y oportunidades que ahí se esconden. Precisamente, durante estos años, Ossip Flechtheim acuñó el término “futurología” para referirse a la interrogación sistemática y organizada del devenir.”

- De acuerdo con Larousse, futurología es el “conjunto de investigaciones que estudian el futuro e intentan prever cuál será, en un momento dado, el estado futuro del mundo o de un país en los campos social, político, etc.”

- De Gastón Berger, conviene retomar en estos momentos, varias de sus premisas expresadas en le Revue Prospective núm. 1 de 1958 (conforme a la traducción de Eduardo Hernández González para la Universidad de Guadalajara8), al referirse a la actitud prospectiva, pues son un buen aperitivo para la reflexión profunda de estos temas. Transcribimos textualmente: “Más que un método o una disciplina, la prospectiva es una actitud, es decir, el adjetivo debe preceder al sustantivo. El sentido del término "prospectiva" es evidente y está formado de la misma manera que el de "retrospectiva"; ambos se oponen en la medida en que el primero expresa que miramos hacia delante y no hacia atrás. Un estudio retrospectivo se dirige hacia el pasado y el prospectivo hacia el futuro.

Estos dos adjetivos no son perfectamente simétricos en cuanto a su significado, pero sí en su forma, porque tendemos de manera habitual a representarnos el tiempo como una línea en la que el pasado y el futuro corresponden a las dos direcciones posibles. En realidad, el ayer y el mañana son heterogéneos. En cuanto al primero, sólo podemos visualizarlo porque ya no hay nada que podamos hacer, mientras que el mañana significa proyectos cuyas posibilidades están abiertas. Pasar de la retrospectiva a la prospectiva no implica sólo reorientar la atención; requiere una preparación para la acción”. - Es importante –en la medida en que, logremos involucrarnos en el quehacer de la Prospectiva Estratégica- remarcar que: “Debemos comunicar el futuro por que no somos nosotros quienes debemos dar solución a toda la maraña universal en que vivimos. Cada individuo, desde su contexto puede asumir un compromiso individual, comunitario y local con visión global. El problema esencial del futuro es la comunicación, es decir, cómo es que podremos transmitir en forma responsable a cada uno de los demás lo que puede y no acontecer, el futuro no es de unos cuantos, todos llegaremos a él y todos debemos movilizar nuestros esfuerzos para lograr escenarios futuros satisfactorios que nos alejen de lo funesto.”

Aunado a esto:
“… el futuro no es algo único y predecible, por el contrario, es un espacio abierto donde se puede construir la voluntad del hombre. Así, rompe con otras formas de ver el futuro como algo establecido donde la acción del hombre no tiene mayor influencia para cambiarlo, y por lo tanto es predecible, tal como lo establece la adivinación, la profecía, la astrología, e incluso la ciencia ficción, que son estudios del futuro que no pretenden construirlo, sino en contra parte, adivinarlo, predecirlo, imaginarlo o, en todo caso, soñarlo desde el punto de vista de la utopía.”

Consideraciones finales

Deliberadamente no quise llevar las cosas por el lado de la confrontación con Fukuyama y lo que el llama el fin de la historia, ni tampoco polemizar sobre la visión hegemónica del imperio, de construir el futuro de toda la humanidad en base a sus intereses. Para mi es claro que el futuro es un espacio abierto, aderezado por un horizonte luminoso de posibilidades y que todos los seres humanos –como especie pensantepodemos participar de manera profunda, dinámica e interactiva en su construcción. Definitivamente vale la pena pensar en el futuro, para todos, por el bienestar de todos y para consolidar cada vez más la gloria del espíritu humano. ¿Cómo?... lo sepamos o no, o participamos u otros construirán nuestro futuro acorde a sus intereses y tal vez ni tomemos consciencia de ello. Seamos partícipes y de ser posible hasta protagonistas preclaros en el ejercicio de esa maravillosa “indisciplina” llamada prospectiva estratégica… Pues: “… le future ne se prévoit pas, il se construit (… el futuro no se predice sino se construye).” Maurice Blondel.

Arnoldo Moreno Pérez

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