El País. 16 de febrero 2010.
Lo ocurrido desde 2008, en España y a escala mundial, es sólo la antesala de la crisis sistémica que estallará a partir del próximo verano. El crédito se restringirá, el consumo disminuirá y el paro subirá
El mensaje oficial -en todas las economías, en todos los países- en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.
De entrada, una matización. Quienes han sido más realistas hasta ahora comparan lo acontecido desde mediados del 2008 con lo sucedido desde mediados de 1929 y, a partir de ahí, realizan sus análisis; yo pienso, en cambio, que la secuencia comienza antes: en 1923 (en el crash de entonces) y en 2003 (en el crash actual). En efecto, un repaso de la evolución del PIB de las principales economías en ambos periodos de tiempo muestra similitudes sorprendentes; la diferencia estriba en las decisiones entonces adoptadas y en las que ahora se han adoptado. Sin embargo, el final será idéntico: una crisis sistémica fruto del agotamiento de un modo de hacer que dará origen a un nuevo modo de funcionamiento. Puede sonar misterioso, pero, en el fondo, es algo muy técnico. El año 2010 constituye la frontera.
Y en 2010 es cuando verdaderamente se producirá el inicio de los problemas. De entrada, será a lo largo de los próximos meses cuando el Banco Central Europeo (BCE) pondrá fin al acceso fácil (y barato) a su dinero para las entidades financieras, lo que significará, entre otras cosas, el final de una forma fácil (y barata) de negocio: pedírselo prestado al BCE al 1% e invertirlo en Deuda Pública al 3%.
Para las empresas, el 2010 supondrá unas mayores dificultades (mucho mayores) a la hora de obtener financiación, debido a una creciente percepción de impago posible por parte de las agencias de calificación y de las propias entidades financieras, lo que les llevará a restringir el crédito en cualquiera de sus formas. (Evidentemente, lo dicho en el punto anterior influirá en estas mayores dificultades de financiación, ya que hará más caro a las entidades financieras la obtención de fondos).
Tampoco podrá extenderse más allá del 2010 la ficción en la que han vivido (porque así lo consideraron conveniente) los reguladores financieros: la aceptación como buenos de gran número de activos que un análisis exigente hubiese demostrado inaceptables (¿estamos hablando de 600.000 millones de euros?, ¿más?); una ficción que ha permitido posponer el crash unos meses, pero cuya afloración tendrá consecuencias. Si a esto añadimos la propia deuda de las entidades financieras (410.000 millones de euros es la que las españolas deberán atender entre 2010 y 2012), el panorama de estas entidades es, como poco, muy preocupante. Volveremos sobre el sistema financiero.
A lo largo de 2010, esas menores o más difíciles posibilidades de financiación para las empresas se traducirán en una ocupación decreciente, es decir, en un desempleo al alza. A ello contribuirán las restricciones en el consumo de todo tipo de bienes y servicios debidas al aumento del paro y al colapso de la capacidad de endeudamiento de las familias, y ello, tanto a nivel nacional como internacional, demostrará la imposibilidad de que las exportaciones se conviertan en la solución de todos los problemas, como así pretenden todos los Gobiernos de todos los países. En consecuencia, el peligro de la tan temida inflación puede darse por conculcado debido a que el consumo se derrumbará, lo que aleja la posibilidad de alzas significativas en los tipos de interés.
¿La consecuencia más inmediata de lo anterior? Rentas decrecientes por congelaciones salariales y por reducción de los beneficios empresariales, y rentas medias a la baja debido al aumento del desempleo y a la caída de la actividad económica, lo que se traducirá en caídas de los pluses y de los bonus pagados por las empresas. La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, lo hará la recaudación de los Estados, tanto por lo que respecta a la imposición indirecta como a la directa. La salida natural a un decorado como el descrito es hacia la economía sumergida (y mucho más en casos como el español, debido al reducido valor añadido de los bienes fabricados).
En 2010 también se asistirá al fin de lo que verdaderamente ha posibilitado la recuperación habida en el segundo semestre del 2009: los estímulos, las ayudas y las inyecciones directas e indirectas, aunque generalizadas, aplicados por los gobiernos.
Su final se producirá por el hecho de que la propia capacidad de endeudamiento de los Estados (al menos en su forma actual) ha llegado a su fin (el caso de Grecia ha sido la primera manifestación). Pero el final de esos estímulos tendrá consecuencias: dejarán de ser factibles tareas realizadas al calor del Gasto Público y dejarán de ser sostenibles realidades creadas al abrigo de avales y garantías estatales.
Durante el año 2010, y vinculado con lo anterior, los Estados deberán ir realizando aquellos ajustes presupuestarios más imperativos; menos, entiendo, por el lado del aumento de ingresos como por el del decremento de gastos, es decir, no tanto incrementando las figuras impositivas como reduciendo el Gasto Público. El objetivo será doble: disminuir sus déficit y conseguir una mejor aceptación (al menor coste posible) de la Deuda Pública que tales Estados van a tener que continuar emitiendo. También estas medidas tendrán consecuencias.
En septiembre del 2007 se manifestó, con el estallido de la crisis de las subprime, que el modo de crecimiento que la economía mundial mantuvo hasta entonces había llegado a su agotamiento (por eso, pienso, nadie es culpable: o se hacía lo que se hizo o no se crecía en la medida en que se deseaba crecer). Las políticas desplegadas por los Estados, así como las coordinaciones financieras más o menos efectivas de los Bancos Centrales y de las instituciones internacionales han permitido alargar la situación más de dos años a un coste enorme: enormes déficit, cierto, pero lo peor es que sólo para llegar más tarde a un punto muerto.
En 2010, pienso, todas estas carencias serán puestas sobre la mesa, dando comienzo a una crisis larga y profunda muy semejante a la Gran Depresión, aunque con el handicap de que la salida será muy distinta a la que se produjo en 1950.
¿España? Le irá todo peor que a la mayoría debido a su particular modo de hacer las cosas: actividades intensivas en factor trabajo, generadoras de bajo valor añadido y proporcionalmente más dependientes que otras del exterior y del crédito. Para 2010 estimo que el PIB español experimentará una tasa de variación de entre el -4,4% y el -4,2%. Y nuestra tasa de desempleo se situará entre el 22,0% y el 23,0% de la población activa, y ello sin considerar ni el desempleo encubierto ni el subempleo. Una joya de año, vamos (y será el principio).
LA CRISIS DEL 2010 (I).
Texto publicado en lacartadelabolsa entre los días 31 de Julio y 10 de Agosto del año 2007. La actual es una edición revisada y ampliada.
Septiembre es un mes, pero el próximo Septiembre va a ser mucho más que eso. El mes que va a comenzar dentro de pocas semanas va a ser el acto final de la obra en la que el planeta lleva participando desde 1820. El mes de Septiembre del 2007 va a suponer el principio del fin del sistema económico en que nos hallamos inmersos desde hace casi dos siglos y que se manifestará en una gran crisis que se iniciará en el año 2010. A partir de aquí, el sistema irá evolucionando hasta su total transformación en otro muy diferente siguiendo un proceso estructuralmente semejante al que el Sistema Mercantilista siguió en la segunda mitad del siglo XVIII. La crisis del 2010, por tanto, será consecuencia del proceso de muerte de la estructura actual; muerte que por dramática que pueda parecer, no hace más que encuadrase en la dinámica histórica que lleva aconteciendo en los últimos dos mil años; una dinámica que supone que los sistemas, como todo ente vivo, nace, cambia, evoluciona, se agota y muere.
La estructura actual nació en 1928 y es propia al estado de bienestar en el que el planeta ha estado inmerso desde dicho año. La crisis de 1929 y la Gran Depresión significaron un cambio radical con respecto al pasado, un cambio que se manifestó a través de la unión entre el ‘apoyo social’ y la ‘supervivencia’ y que se concretizó en un crecimiento económico continuado, sin embargo, tal estado de bienestar, tal estado de ‘ir a más’, de crecer, ha dejado de lado algo que es imprescindible: la estabilidad.
Por ello, la actual estructura se halla en proceso de profunda modificación debido a que la búsqueda del éxito individual, consustancial a la evolución que el sistema ha adoptado, no ha considerado la necesidad de cumplir los pactos de estabilidad que implícitamente estaban contenidos en el proyecto iniciado en 1928, lo que ha implicado un gasto de recursos desmedido que, en la mayoría de las ocasiones, ha derivado en el desperdicio.
El motivo de tal desperdicio ha sido la propia filosofía capitalista. El Capitalismo es individualista, es decir, cada individuo debe mirar para sí a fin de avanzar en su evolución personal, lo que supone que no ha de preocuparse de los demás porque cada uno de esos demás se fijará, únicamente, en sí mismo; en consecuencia, cada individuo actuará del mejor modo que pueda y sepa para sí, pero esa forma de proceder lleva aparejada el desperdicio de recursos.
Entre 1973 y 1984, con las dos crisis energéticas, el sistema avisa de que al ritmo de consumo a que están siendo sometidos los recursos difícilmente se podrá continuar avanzando. La respuesta llega en la década de los 80 con el inicio de la mejora de la productividad, lo que desconecta el crecimiento económico del empleo de los factores productivos, sin embargo, el aspecto individualista del proceso, no se revirtió, más aún, se aceleró: el proceder de los yuppies y la expansión del proceso globalizador lo atestigua.
En los 80 hubiera tenido que abordarse un pacto, hubiera tenido que diseñarse una estrategia colectiva y participativa a fin de optimizar la utilización de los recursos, que hubiese redundado en la disminución de su consumo, lo que no se hizo ya que continuó pensándose en términos individuales. Tal pacto ya fue totalmente imposible a partir de 1995 cuando al proceso se convierte en postglobal gracias a las TICs.
Es decir, el sistema se está muriendo porque ya no es sostenible en su forma actual; está, pues, agotado.
LA CRISIS DEL 2010 (II).
Santiago Niño Becerra
La crisis del 2010 será de características muy parecidas a la de 1929: fin de un modo de hacer las cosas, aunque, a diferencia de lo sucedido en 1929, cuando la llegada de la crisis fue por sorpresa debido a que la sociedad de los años 20 vivía totalmente centrada en su presente, la del 2010 se está viendo venir desde hace tiempo, por lo que su impacto no será tan violento como la del 29; además, los restos del modelo de protección social mitigarán, en parte, sus consecuencias; no obstante, ese efecto mitigador será muy limitado debido a los progresivos recortes que en el modelo lleva tiempo forzando la propia evolución del sistema, recortes que se acrecentarán.
Hay algo que lleva tiempo anunciando el germen de unos nuevos elementos filosóficos. La Tercera Vía, en cualquiera de sus manifestaciones, con su constante referencia a la responsabilidad, a que las personas deben ser responsables, a que las personas deben actuar responsablemente, a que cada persona debe actuar con responsabilidad, está poniendo sobre la mesa la idea de que ya no hay nadie que, por encima de cada persona, vele a fin de corregir las desviaciones que se vayan produciendo; es decir, lo que la filosofía que subyace en la Tercera Vía está anunciando es que ‘cada palo ha de aguantar su vela’.
A partir de Septiembre todo va a ser ya muy diferente. Rápidamente se irá imponiendo la idea de que las cosas no van tan bien como hasta ahora se está diciendo que van, pero, esa constatación será paulatina, lo que dará lugar a una cierta idea de ‘previsión’ que se traducirá en la ‘imposición’ de políticas y de medidas concretas. Sin embargo, y a diferencia de la crisis de 1929 en la que la familia jugó un importante papel al brindar apoyo a los afectados, en esta nueva situación, ni este, ni ningún otro apoyo de semejante calibre estará presente, al contrario, en esta crisis, en la que viene, al ser el concepto de responsabilidad personal la estrella de la fiesta, los apoyos van a brillar por su ausencia; a lo sumo, aunque esto a nivel únicamente individual, cabe pensar en la instauración de una especie de subsidio de subsistencia que garantice la supervivencia a unos mínimos inaceptables para la ciudadanía de los países desarrollados, y a fin de que sus perceptoras/es se impliquen activamente en la búsqueda de alternativas, es decir, se responsabilicen de su propia existencia.
En Septiembre, inmediatamente a la vuelta de las vacaciones, un sentimiento de que las cosas no van como deberían comenzará a asentarse en las mentes de la gente, lo que se irá traduciendo en la toma de una serie de decisiones de política económica manifestadas en actuaciones concretas tendentes a enderezar la situación, actuaciones que serán impuestas, no negociadas; decididas, no sugeridas.
La economía mundial lleva años funcionando por inercia, con el piloto automático, en gran medida, programado con la filosofía inherente a la divisa ‘el mundo va bien’. Esto, lo que en el fondo significa, es que el sistema no está preparado para actuar en situaciones de riesgo, por ello, las medidas que se irán adoptando será un ‘ir a salto de mata’, sin un plan determinado, intentando salir del problema y creyendo, en un principio, que se trata de un mero revés coyuntural.
Al igual que sucedió entre 1748 y 1762, cuando la evolución llevó a una nueva filosofía en el Sistema Mercantilista: la que sería la filosofía del Sistema Capitalista, a partir de 1995 una nueva filosofía se está hoy definiendo en el sistema vigente, una nueva filosofía que habla del individuo como parte de un colectivo, un colectivo crecientemente modelado por una productividad creciente y por una creciente tendencia a usar más que a poseer, un colectivo crecientemente influido por la necesidad de comunicación.
Paralelamente, el consumo de recursos y, más aún, la evolución esperada de la tendencia del consumo de recursos -de todo, incluido el consumo de algo que hoy es esencial: el ancho de banda por el que transitan las comunicaciones- muestra un panorama insoportable para el stock existente de recursos. A partir de Septiembre este hecho se mostrará con toda su crudeza y supondrá la paulatina imposición de limitaciones al uso y al consumo de recursos, bien a través del aumento de sus precios, bien a través de la limitación o de la denegación de su consumo, lo que acarreará la muerte de las actividades que se demostrarán ineficientes cuando se les impida el desperdicio.
A la vez, todo lo que hasta ahora se ha ido constatando que no funcionaba en el Sistema pero que ha quedado enmascarado por la consigna ‘el mundo va bien’, se manifestará: los problemas en el comercio internacional, la dependencia financiera de USA, las tensiones que provocará un cada vez más devaluado dólar USA, los crujidos de una Europa que no acaba de encajar, los insuficientes pero crecientes gastos sociales, el agotamiento de la capacidad de endeudamiento de las familias, las diferentes burbujas inmobiliarias.
A CRISIS DEL 2010 (III).
Todo lo anterior provocará que, a partir de Septiembre, se desemboque en una situación de recortes, de intervención y de crecientes protestas sociales que, en ocasiones, serán reprimidas con dureza. La consecuencia obvia de todo ello será la desaparición de la confianza en la infalibilidad del sistema, lo que contribuirá a la degradación de la situación, y a la desaparición de la falsa sensación de bonanza y cuyas implicaciones -mayor consumo, mayor endeudamiento-, ahora pasarán factura.
A partir de Septiembre comenzarán a manifestarse problemas a nivel internacional. Por un lado, la oferta de petróleo -sobre todo a partir de Enero del 2008- será manifiestamente insuficiente para cubrir la demanda de crudo; esta situación continuará hasta que otras fuentes de energía, verdaderamente eficientes, se hallen operativas, algo que no sucederá a corto plazo. Por otro, la devaluación enmascarada de la que el dólar USA está siendo objeto se demostrará completamente inútil, continuando los crecimientos en los déficits gemelos (hasta el 2010 continuarán entrando capitales en USA por lo que su economía continuará sostenida, posteriormente, esas entradas cesarán). Por otro más, el desempeño de la economía europea se manifestará incorrecto aunque menos negativo que la de USA, por lo que el euro mostrará una mayor -aunque ficticia- fortaleza que el dólar.
Se irá imponiendo la idea de ‘utilidad’, de ‘no desperdicio’, aunque ello suponga el abandono de posiciones hasta ahora inamovibles. Así, en Europa, puede muy bien imponerse un concepto hoy considerado herético: ‘la geometría variable’; también, el tipo de interés puede no ser único sino vinculado al destino que se pretenda dar a los capitales solicitados en una atmósfera en la que la idea de ‘colectivo’ vaya teniendo una creciente importancia. En este momento será obvio que la idea de ‘ilusión’ es algo que, definitivamente, ya pertenece al pasado.
Particularmente triste va a ser la Navidad del presente año.
Entre Septiembre del 2007 y Octubre del 2009 se producirá la fase previa a los años más duros de la crisis: 2010, 2011 y 2012. Se irán implementando medidas enfocadas a evitar ‘ir a peor’. En este decorado se producirá el choque entre todo aquello que brinda seguridad y la pura supervivencia debido a que al ser ésta lo fundamental, el mantenimiento de la protección social entorpece las actuaciones necesarias para lograrlo.
Por ello, las políticas y actuaciones se centrarán en ‘lo básico’, lo que dará lugar a que se instalen concepciones minimalistas, y que gran número de servicios básicos -sanidad, educación, ...- entren en crisis, lo que afectará de lleno al modelo de protección social que empeorará ostensiblemente la calidad de su funcionamiento -falta de recursos financieros, de profesionales, de material- así como su grado de cobertura, generalizándose, además, el pago por los menguantes servicios recibidos por parte de sus perceptoras y perceptores -el denominado ‘copago’-como ya sucede en varios países europeos.
La manifestación de esta problemática hasta ahora soterrada, supondrá problemas muy serios en el empleo ya que se irá produciendo un cierre paulatino de empresas; de hecho, tan sólo las muy pequeñas, las de tamaño mínimo o las auténticamente gigantescas, acabarán sobreviviendo; las primeras debido a su gran flexibilidad y adaptabilidad, las segundas, por sus enormes recursos aunque a costa de ir realizando constantes recortes. Todo ello repercutirá negativamente en la renta de las personas, de hecho, tan sólo la población activa altamente especializada en tareas verdaderamente útiles tendrá garantizado el acceso a un empleo.
El resultado será el desconcierto, entre otras razones porque faltará un plan a largo plazo, plan que, por otra parte, será imposible elaborar al no servir las políticas hasta ahora utilizadas debido a la transición sistémica en que se hallan la economía y la sociedad. En consecuencia, tan sólo se irán diseñando medidas cortoplacistas a falta de una estrategia estructurada a largo plazo. En otras palabras, y literalmente, no se sabrá qué hacer.
En contra de lo que podría pensarse, la población aceptará bastante bien el paso de un mensaje en el que todo apuntaba a un mundo maravilloso, a otro tachonado de problemas. Al margen de que las ciudadanías de los diferentes países perciban esos problemas, es posible que ciertas estadísticas, que algunos datos, puedan llegar a ser manipulados y falseados a fin de inyectar ciertas dosis de optimismo en la población; a la vez, el creciente control sobre la libertad de expresión encuadrado en la ‘lucha contra el terrorismo’, facilitará las intervenciones en y la censura de, los temas considerados sensibles.
LA CRISIS DEL 2010 (IV).
El período Enero del 2008 – Octubre del 2009 será un período bisagra en el que el objetivo único será el ‘alargamiento de lo que se tiene’ a fin de ‘no perder lo que hay’ y que dará lugar a que se lleven a cabo reducciones generalizadas en todos los órdenes vía la aplicación de recortes manifestados en auténticos y masivos ‘tijeretazos’, aunque dependiendo del uso que se pretenda dar a los recursos, es decir, de la utilidad que vaya a tener lo que se pretenda hacer con los recursos que se precise utilizar. Las valoraciones que en este período se realicen de la situación concluirán con un “¡aún aguantamos!”.
Es decir, en dicho período, se acentuará el sentimiento de que lo único importante es la supervivencia, por ello, la confianza decaerá y las creencias, todas las creencias y las ilusiones, se tambalean. Los puntos de vista, las percepciones, se tornarán mucho más utilitaristas, por lo que el mensaje de los políticos variará, pasándose a un entorno de ‘menos hablar y más hacer’.
Las tendencias minimalistas se acentuarán y, definitivamente, se pondrá fin a la idea de que un título universitario o, incluso, de postgrado, es garantía de empleo; en su lugar se producirá una importante y rápida expansión de la idea de que lo fundamental son aquellos conocimientos -adquiridos no importa cómo- que estén orientados hacia lo que sea ‘útil’, es decir, que sirvan para profundizar en la practicidad de las cosas y para diseñar y elaborar bienes y servicios que sean prácticos.
Fondos para realizar inversiones, contrariamente a lo que podría parecer, no van a faltar, aunque no para invertir en cualquier aventura incierta. La pregunta que toda institución, pública o privada, se planteará cuando se halle ante una solicitud de inversión será: “¿para qué va a servir lo que vaya a obtenerse con esta inversión?”.
Este enfoque eminentemente práctico, orientado a la operatividad y en línea con el nacimiento de una nueva filosofía, hará que valores defendidos en la fase anterior, decaigan o, incluso lleguen a desaparecer. En esta línea, la ética, tal y como desde hace años está siendo entendida, con toda seguridad modificará su enfoque y su mensaje. Así mismo, y por la misma razón, se producirá un retroceso de las posturas y de los movimientos basados en los fundamentalismos religiosos.
Uno de los aspectos que con más fuerza se pondrán de manifiesto será la eclosión del concepto de ‘Responsabilidad’ que pasará a ser considerado el valor fundamental de esta fase, de tal modo que el ‘ser responsable’, el ‘sentirse responsable’, el ‘poder ser responsable’, el ‘hacerse responsable’, se convertirán en elementos centrales de cualquier actuación. Por ello, y en esta búsqueda de la utilidad, serán pedidas responsabilidades a quienes fallen en el ejercicio de su responsabilidad.
Las circunstancias y la evolución de los acontecimientos llevarán, rápidamente, a la conclusión de que gran parte de la solución se halla en la delimitación de los diferentes aspectos de las realidades económica, social y científica, lo que se pondrá en marcha un proceso semejante, en sus principios, a las Enclosures iniciadas en Inglaterra en el tercer cuarto del siglo XVIII, por ello serán promulgadas un gran número de normativas regulatorias.
Durante los meses comprendidos entre Septiembre del 2007 y Octubre del 2009, se irá instalando la sensación de que la tendencia apunta hacia un empeoramiento de las cosas se haga lo que se haga. Crecientemente se percibirá una menor disponibilidad de recursos. Las medidas que se irán tomando estarán dirigidas a ir tapando agujeros (ese será el destino de la liquidez que se vaya inyectando en el sistema monetario). El objetivo dejará de ser ‘trabajar para crecer’ y pasará a ser ‘trabajar para aguantar’.
La degradación progresiva de la situación se pondrá de manifiesto en la escasez de recursos -commodities-, en la escasez de agua, y en el peor funcionamiento de los servicios. Se irá produciendo la progresiva ralentización de lo monetario y lo bursátil, así como de la actividad comercial a nivel internacional. Paralelamente, y como consecuencia de un aún no perceptible aunque continuado debilitamiento de los Estados, las grandes corporaciones desempeñarán un mayor papel en la vida económica y social.
La falta de expectativas llevará a que a lo largo del año 2009 se vaya generalizando la sensación de que ‘esto, se acabó’. Cuando lleguemos a este punto la crisis, de hecho, ya se habrá instalado en el planeta.
LA CRISIS DEL 2010 (V).
No obstante, hacia finales de Octubre del 2009, la sensación será la de que se está en el buen camino para solucionar los problemas, de que las medidas que se han estado adoptando están dando sus frutos, aunque en un entorno de escasez y totalmente alejado de la percepción actual que se tiene de las cosas; esta sensación vendrá dada por el hecho de que aunque los recursos serán escasos, a base de regulaciones y sacrificios, puede disponerse de aquello que sea imprescindible.
A partir de Octubre del 2009, y debido a la sensación de que se está en el camino de la recuperación, se pone fin a las políticas restrictivas y minimalistas, a la vez que toma cuerpo la idea de que algo nuevo es preciso, de que una nueva idea es necesaria, para salir de la situación en que se halla el planeta, por ello se realizarán serios intentos de aumentar la cooperación a nivel internacional que tanto había sido restringida en meses anteriores.
Sin embargo, y de forma paulatina, y hasta Mayo del 2010, dramáticamente se irán poniendo de manifiesto las contradicciones existentes entre la filosofía del actual sistema, el nuestro, con la idea de supervivencia propia de una situación de escasez real de recursos. En gran medida debido a estas contradicciones, se irá extendiendo la percepción de que ‘las cosas no funcionan’ tal y como, en base a la actual filosofía, deberían funcionar.
La Gran Depresión es uno de los mejores ejemplos que existen de la combinación de dos de los peores aspectos que pueden darse en una economía: la sobreproducción y el subconsumo. En Enero 2010 se producen las primeras manifestaciones evidentes de que una crisis está muy próxima, una crisis que no tiene sus bases en un sobreconsumo no satisfecho por una oferta limitada, sino en la escasez, tanto de recursos productivos como de capacidad de compra. Este es uno de los aspectos que harán semejantes las crisis de 1929 y del 2010 una vez se produzca el estallido de esta.
A partir de Mayo del año 2010 se producirá una degradación acelerada de la situación. Se vivirá al día, por lo que el ‘que cada palo aguante su vela’ será ley. El desencadenante de la crisis, lo que haga que se llegue a la conclusión de que la crisis es inevitable, será, probablemente, un hecho que afecte a la obtención de recursos.
Debido a la entrada en crisis de los elementos fundamentales de nuestro sistema, se llega al agotamiento de la capacidad de competición, el espíritu que, desde su nacimiento a principios del siglo XIX, ha guiado el Capitalismo. La razón será obvia: si el objetivo último es la supervivencia, ¿contra quien competir?, ello tendrá un efecto demoledor sobre los principios que daban sentido al concepto de ‘emprendedor’.
Paralelamente, se irá manifestando la falta de petróleo así como de la mayoría de las commodities que son esenciales para la actividad económica, lo que acelerará la puesta en marcha de políticas tendentes a la determinación de necesidades esenciales, por lo que, probablemente, se implantará el racionamiento de muchos bienes y servicios que, muy bien, puede ser complementado con alzas en sus precios a fin de forzar la reducción del consumo de los bienes y servicios racionados por debajo, incluso, de la capacidad de producción y suministro de la oferta; el objetivo será, claramente, el ahorro de recursos.
Llegados a este punto se manifestará un problema que hoy ya ha sido abordado por algunos expertos: el excedente de factor trabajo de baja o muy baja cualificación que en estos últimos años ha desempeñado tareas de bajo valor añadido y que, fundamentalmente, está personalizado en la población inmigrante, a esto se añadirán probables tensiones entre la población inmigrante y la autóctona debido a la escasez de empleos y recursos.
La dinámica regulatoria y de delimitación entonces en vigor, puede decidir la conversión de ciertos barrios en guetos vigilados en los que pueden ser aisladas personas no necesarias y calificadas como potencialmente conflictivas y donde llevarán una existencia marginal. Esta política será ampliamente respaldada debido a las protestas sociales que la situación llevará meses generando y que, en algunas zonas, podrá dar lugar a la aparición de guerrillas urbanas.
En este sentido, entre Agosto y Octubre del 2006, el Pentágono desarrolló las maniobras Urban Resolve 2015 orientadas a hallar respuestas al que se considera será el escenario de combate típico en el horizonte del 2015: urbano, en barrios ultrapoblados y miserables. Meses después, en Enero del 2007, USA ensayó el ADS (Active Denial System), un sistema que utiliza ondas calóricas para repeler multitudes a 500 m. de distancia y que se espera se halle operativo en el año 2010.
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